La Relevancia de la Fidelización.

Es frecuente en el entorno de la fidelización encontrarse con expresiones como:

- La fidelización trata de reconocer y premiar a los mejores empleados.
- La empresa debe buscar a toda costa la fidelidad de los empleados.
- Solo los empleados LEALES merecen recompensas.
- La ley de Pareto demuestra que el 20% de los empleados, a través de sus horas extras y categorías impagas, aportan el 80% de los beneficios de la empresa, con lo cual se cumple el postulado de Pareto: “Afiliado o no afiliado igual te la meto”.
- Hay que diferenciar entre afiliados y desafiliados coimeados, aunque los despidamos igual.
- El mayor esfuerzo debe estar en desafiliar gente del S.A.T., intentando por todos los medios comprar sus convicciones.

Un empleado es malo cuando intenta marcar falencias de la empresa, es decir, cuando se queja porque no tiene herramientas, o pide salir del hacinamiento, o pide recargar matafuegos, o hace cola para ir al baño entre 70 compañeros, o se le ocurre la estupidez mayor de solicitar un aumento de salario o afiliarse al repugnante sindicato.
Por tanto, salvo ciertas excepciones, todo empleado que viene a trabajar con la cabeza gacha es bueno, por la sencilla razón de que cualquier tarea realizada silenciosamente deja beneficio a la empresa.
No tiene sentido despreciar semejante esclavo posmoderno, ya que el margen de sometimiento es alto, su inferioridad notoria, no comparte demandas más que con su conciencia y no exige ningún tipo de negociación. Todos estos aportan un margen de beneficio y por ello han de ser considerados ACTIVOS POSITIVAMENTE LEALES.
Cuando la empresa realiza gastos (“inversión”) en tiempo y formas de apriete, cohersión y amenzas para intentar retener afiliados, y los resultados conseguidos no sean los esperados, quienes respondan serán los “fieles” inútiles de cierto rango jerárquico a los que se responsabilizará por tal inoperancia. Como muestra de ello, vaya el botón de Mariano Bonfante.